Adelaida Velasco Galdós y la campaña por el Nobel de Gabriela Mistral

Hace 73 años en la Casa de Conciertos de Estocolmo, Suecia, la poeta nacida en Vicuña, Gabriela Mistral, recibió el Premio Nobel de Literatura. Para que este hecho pudiese marcar la historia de las letras en castellano, además del enorme y reconocido talento literario de Lucila, desde Ecuador y Chile se iniciaría una vehemente campaña con la voluntad de llevar a Gabriela a ser como se dijo en la premiación “la reina de las letras hispanas”.

El Premio Nobel entregado a Gabriela Mistral un 10 de diciembre de 1945 en Estocolmo , Suecia, tiene una trastienda que posibilita su obtención, más allá del propio talento mistraliano. Desde finales de la década de 1930 círculos literarios de distintos países comenzaron a promover a Gabriela Mistral para el Premio Nobel de Literatura. El Presidente Pedro Aguirre Cerda y la escritora ecuatoriana Adelaida Velasco Galdós respaldaron su candidatura posibilitando la traducción de sus obras.

Años antes y como antecedente de esta verdadera campaña está el autor Virgilio Figueroa, quien en su obra “La Divina Gabriela”, publicada en 1933, propone este galardón, sin encontrar eco alguno en su momento.

La escritora ecuatoriana Adelaida Velasco Galdós guardaba una gran devoción por la obra de Gabriela. Ella cuenta: “se me ocurrió escribir a Buenos Aires a Constancio C. Vigil, de cuyo aprecio para Gabriela tenía yo conocimiento, quien me contestó inmediatamente, entusiasmado. Luego conseguí otras adhesiones pero a la vez la principal resistencia, de la propia Gabriela, renuente a enviarme sus datos que le solicitaba para la redacción de la Circular que hacía llegar a hombres de letras de estas y otras partes. Del Ministro plenipotenciario del Ecuador en Santiago de Chile Gonzalo Zaldumbide, obtuve que Gabriela aceptase visitar Guayaquil”.

Gabriela Mistral en Guayaquil

En Octubre el Grupo América de Quito, del que Adelaida formaba parte como corresponsal en Guayaquil, fue el primero en dar su apoyo y aprobación a su proyecto del Nobel para Gabriela. El poeta Gonzalo Escudero y el periodista Jaime Barrera firmaron una muy bella comunicación. Poco después eran numerosos los intelectuales americanos que se sumaban al pedido de Adelaida, quien también escribió al presidente chileno Pedro Aguirre Cerda solicitándole que interviniera y patrocinara el proyecto.

De allí en adelante todo marchó sobre ruedas. El gobierno de Chile dirigió la edición masiva de los versos de Gabriela y su traducción a distintos idiomas y finalmente se consiguió tras siete años de lucha que la Academia de Ciencias de Suecia concediera el Nobel de Literatura, por primera vez, a una mujer latinoamericana.

“Pero no bastaba el apoyo de las instituciones culturales de América. Era indispensable cumplir ciertos requisitos exigidos por la Academia Sueca en su reglamento. En primer lugar, los académicos debían conocer al autor, por lo tanto éste debía tener obras traducidas al sueco o, por lo menos, al inglés y al francés. De modo que el camino no era fácil y ofrecía muchas dificultades porque como bien lo había señalado la propia Gabriela «el poeta es la persona literaria menos traducida en el mundo en forma de libro».

Gabriela conocía los requisitos. Desde Niza, en 1939, se los comunicó a su comprovinciano Gabriel González Videla, en aquel entonces Ministro de Chile en Francia. La escritora proporcionó todos los datos que se le pedían, añadiendo: «Yo… no me doy ninguna diligencia en ayudarlos, aunque agradezco mucho su generosidad. Jamás haré el papel de vocero de mi nombre literario ni de mi obra misma». Lo anterior, porque creía firmemente que eran varios los literatos de América que podían ser distinguidos, como el venezolano Rómulo Gallegos, el mexicano Alfonso Reyes y el brasileño Casiano Ricardo. Lamentando que el premio no le hubiese sido concedido a Leopoldo Lugones, agregando que «nuestra literatura hispanoamericana es conocida en Europa sólo por los especialistas y por los que leen español».

Pese a todos los obstáculos, la campaña continuó impulsada por el propio Pedro Aguirre Cerda. Sus poemas comenzaron a ser traducidos al francés por Francis de Miomandre, Georges Pillement, Mathilde Pomes y Max Daireaux. Gabriel González Videla planeó la publicación de estas traducciones para la cual obtuvo un prólogo de Paul Valéry. Trabajo que Gabriela rechazó y no precisamente por falta de aprecio al autor. «Yo tengo por Valery -señala Gabriela en carta a Matilde Pomes- la más cabal y subida admiración en cuanto a capacidad intelectual y a una fineza tan extremada, que tal vez nadie posee en Europa, es decir, en el mundo». Lo que ocurría, en opinión de Gabriela es que Valéry no poseía un cabal conocimiento del español y, por tanto, «no podía juzgar con efectividad sus versos». Sí aceptó un prólogo de Francis de Miomadre, poeta de menor altura que Valéry, pero mayormente conocido como traductor del español.

La irrupción de la guerra impide la aparición del libro, y frente al conflicto, la Academia decide suspender a partir de 1940 la concesión de sus premios, la que sólo se reanuda en 1944. La suspensión del premio, no impide la continua llegada a Estocolmo de peticiones provenientes de las más diversas instituciones y personalidades a favor de la candidatura de Gabriela Mistral. Tanto interés despertó la curiosidad del entonces secretario de la Academia Sueca, el académico Hjalmar Gullberg, quien tradujo al sueco muchas poesías de Gabriela, tomando de Desolación: «Balada», «Los huesos de los muertos», «Poema del hijo», «El niño solo», «El corro luminoso» y «Meciendo». De su libro Tala: «Adiós», «La copa» y «Beber», traducciones que dieron origen a una pequeña antología que fue publicada en 1941, bajo el título de Poema del hijo, en Bonniers Littera Magasin. La poesía de Gabriela comenzó a ser conocida por los suecos y la meta para la obtención del galardón se hacía cada vez más cercana.

Para Adelaida Velasco Galdós, el reconocimiento vendría el 19 de noviembre de 1945, justo un día después de la partida de Lucila hacia Suecia, con un escueto pero expresivo telegrama enviado por la mismísima Gabriela, su admirada colega, que decía: “Toda la hazaña es vuestra. Cariños”.

Luego se escribiría la historia:

“La solemne ceremonia Nobel en la Casa de Conciertos de Estocolmo, llegó a su culminación cuando Gabriela Mistral fue presentada y traducidos algunos de sus poemas. Muy destacado por la prensa nacional de la época es el momento en el que el Hjalmar Gullberg, de la Academia Sueca, leyó fragmentos de sus poesías y describió cómo la maestra de escuela de una pequeña provincia se convirtió en la Reina de la Poesía de toda América Latina”. (Associated Press, 1945)

Años después, el 31 de Marzo de 1960 el Cónsul chileno Pedro Zúñiga Arancibia le entregaría solemnemente a Adelaida la Medalla Bernardo O´Higgins de primera clase, premiándola por sus afanes para que Gabriela pudiese obtener el Nobel.

Originalmente publicado en la web oficial del Museo Gabriela Mistral de Vicuña